Pbro. Lic. Marcos Rodríguez Hernández

Diócesis de Xochimilco

Comentario al Evangelio

Hemos concluido las grandes fiestas pascuales, donde centramos nuestra mirada en el Cristo glorioso que con su resurrección nos ha alcanzado la vida, en plenitud.

Retomamos el tiempo ordinario, donde podemos también recordar las enseñanzas del maestro, que camina con sus discípulos para anunciar el Reino de Dios en medio del pueblo.

Estamos ya en la semana doce, que también coincide con la mitad del año civil. Por ello el evangelio nos plantea una pregunta simple, pero crucial para el seguidor de Cristo. ¿Quién es él?

Simple porque es una pregunta que ayuda a la definición del que responde. Como lo presenta el evangelio, podemos basarnos o fiarnos de las respuestas de los demás. También sobre lo que nosotros mismos hemos definido como nuestro concepto de Jesús.

Sin embargo, estas respuestas no son suficientes frente a los grandes desafíos que presenta la vida misma, pues apenas se hace la confesión de fe, Jesús nos habla de cruz y de renuncia.

Por ello no podemos perder de vista que el camino de la cruz es el que nos lleva a la gloria de la resurrección; para Jesús hubiera sido más fácil presentarse glorioso para comunicarnos su mensaje, sin embargo, prefirió “negarse” para tomar nuestra naturaleza y caminar con nosotros.

La primera lectura nos presenta esta preciosa referencia de mirar al que traspasaron, aunque hace una referencia a Yahvé, se ha aplicado también al sufrimiento de Jesús.

Regresando al texto evangélico, la profesión de fe nace de un seguimiento inicial de Jesús que inmediatamente salta y sobre pasa el concepto inicial del mismo, no es un profeta, aunque no se descarta; es el Mesías, el Cristo, aunque tampoco lo será al concepto judío del Mesías.

Así podemos encuadrar la siguiente enseñanza: para comprender la definición de Jesús, hay que seguirlo, negarnos y tomar la cruz. El camino de la vida es entonces un camino que conlleva sufrimiento, contradicciones, problemas, pero que no son para el aniquilamiento, todo es llevadero con Jesús.

La última nota sería el contexto en el cual Jesús plantea esta pregunta a sus discípulos. Lo hace cuando estaba orando. Esto último significa que Jesús mismo ya es consciente de su misión y en la oración encuentra la fortaleza para continuar el camino trazado por Dios, es decir, su voluntad.

Por ello san Pablo nos dice en la segunda lectura: Cuantos han sido bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo. ¿Quiénes somos nosotros? Cristianos, es decir, seguidores de Cristo. ¿Cómo descubrimos nuestra misión? A través de la oración con Dios, que nos muestra su voluntad. ¿Cómo lo llevamos adelante? A través del camino de la cruz, que nos lleva a la gloria con él.

Que el resto del año litúrgico nos ayude a trazar este camino de seguimiento y autodefinición cristiana.

La autorevelación